La gestión del conocimiento empresarial trata sobre cómo se elabora, se documenta, se actualiza, se transmite, se guarda y se accede a la información que sirve de base para el desempeño de los empleados.
La transmisión de conocimiento y más concretamente la formación en contenidos ocupa una buena parte de la estructura de aprendizaje empresarial. Sin embargo, está condicionada por algunas circunstancias que a menudo la postergan a un papel de simple burocracia del conocimiento:
1) De toda la información transmitida en los cursos los empleados asimilamos un pequeño porcentaje. Y es normal, no somos bases de datos ni nuestro cerebro una carpeta de archivos. El conocimiento en estos casos se queda en gran medida en quien imparte los contenidos, lo cual, a parte de resultar paradójico, nos da una pista sobre la importancia de enseñar para aprender.
2) La elaboración del material formativo es un proceso lento. Por contra, las necesidades de aprendizaje y actualización son cada vez más perentorias – bien por la continua adaptación de contenidos, bien por la dinámica transformacional de las empresas – y los empleados acudimos a otras fuentes.
3) Las empresas se ven normativamente abocadas a proporcionar conocimiento envasado y no suficientemente personalizado a los empleados, pues aquel es fácilmente justificable, cuantificable y titulizable ante los fiscalizadores.
4) La eficacia en la transmisión de contenidos no siempre es fácil de medir, luego no siempre es fácil de gestionar. Y sin gestión la efectividad como propósito se resiente y el aprendizaje puede transformarse en un coste más que en una inversión.
En este complejo contexto para la ansiada efectividad la capacitación de los empleados transciende a esa burocracia necesaria pero insuficiente.
Las empresas están orientando sus esfuerzos a construir una cultura del conocimiento, más allá de la formación en contenidos y de repositorios de documentación, con el objetivo de que sirva de palanca para un desempeño excelente.
Infografía (ver en Pinterest)

El fomento del autoaprendizaje colaborativo parece el mejor camino para hacer de los empleados la fuente de conocimiento solvente y operativa que todas las empresas necesitan. A su vez, la cultura del crecimiento personal, responsable, continuo y reconocido parece el mejor camino para el desarrollo profesional que todos los empleados demandamos.
“La cultura es lo que queda después de haber olvidado lo que se aprendió”. André Maurois – Novelista y ensayista francés.