Puede ser un error cometido, una pregunta de tu jefe para la que no tienes una respuesta solvente, una conversación profesional en la que te sientes en fuera de juego, … De repente tu rostro se enciende y tu estómago se encoge. Ostras, ¡no eres infalible, no lo sabes todo!
No merece la pena dedicar tiempo a justificar nuestras limitaciones. Somos humanos. Pero sí a responder de una forma profesional a la alerta que nos ha saltado: si es un error, repáralo cuanto antes y aprende; si es una pregunta de tu jefe, busca la respuesta cuanto antes y aprende; si se trata de conocimientos que no tienes, entonces tu incompetencia ha pasado a ser consciente: investiga y aprende.
La humildad tiene una vertiente externa que nos ayuda a conectar con los otros miembros del equipo y a reforzar el sentido de pertenencia, conscientes de que complementan nuestras debilidades.
Y también una vertiente interna que nos ayuda a crecer en conocimiento y a buscar la mejora continua como profesionales.
